viernes, 5 de febrero de 2016

Las cuatro empresas más grandes del mundo son tecnológicas

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El hecho de que cuatro empresas tecnológicas, Alphabet, Apple, Microsoft y Facebook, hayan copado los cuatro puestos de cabeza por valoración bursátil en el S&P 500 me ha llevado a mantener conversaciones sobre el tema con Marimar Jiménez, de Cinco Días, que publicó ayer sobre ello con el título “Cuatro titanes tecnológicos batallan por liderar Wall Street” (pdf), y con Valentín Bustos, de Capital, que publicó hace algunos días con el título “¿Vivirán Facebook y Google más de cincuenta años?” (pdf).
 Obviamente, el título admite discusión. Hablamos de las cuatro empresas más grandes de las recogidas en el S&P 500, que excluye empresas no cotizadas en su mercado, fondos soberanos, etc., pero indudablemente, que las cuatro empresas más grandes en ese indicador sean cuatro tecnológicas es un signo claro de los tiempos que vivimos.

 Para muchos, esto aún supone un problema que no son capaces de entender, y siguen pensando que hay algún tipo de “distorsión en la fuerza” cuando compañías que fabrican electrónica de consumo o intangibles de diversos tipos puedan valer más que empresas petroleras, automovilísticas, farmacéuticas o de distribución.

La tesitura me recuerda a cuando yo era incapaz de explicar al abuelo de mi mujer, una persona absolutamente encantadora que murió el año pasado a los 93 años, que aunque estuviese en mi casa vestido de cualquier manera y delante del ordenador, no tenía que preocuparse porque sí que estaba trabajando… sí, sí, lo que quieras, pero ¿a qué hora dejas de jugar con el cacharrito ese y te vas a trabajar como dios manda? :-) A continuación, el texto completo de las preguntas y respuestas que crucé en mis correos con Marimar:
 P. ¿Qué lectura haces de que las cuatro empresas más valiosas del mundo sean Google, Apple, Microsoft y Facebook? ¿Ves que esto pueda alargarse en el tiempo, porqué?
 R. Me parece un fenómeno completamente normal. La tecnología es la industria que más valor añade en este momento: reinventa todo, la forma de comunicarnos, la de relacionarnos con lo que nos rodea, la de informarnos… es normal que empresas que han desarrollado los medios o las plataformas que muchísimas personas utilizamos de manera habitual para cada vez más cosas puedan ganar mucho dinero.
 Son empresas cuyos productos y servicios redefinen el tiempo y el entorno en el que vivimos, se convierten en auténticas señas de identidad, en motivos culturales omnipresentes, y eso define un efecto llamada que hacen que puedan atraer y retener talento para expandir sus productos y servicios aún más. Lo normal es que eso les permita ir conquistando nuevos terrenos que antes ocupaban empresas que no han sabido adaptarse a los cambios del entorno, en la medida en que la lógica y las leyes antimonopolio lo permitan.

 P. En tu opinión, ¿cuáles son los puntos fuertes y débiles de estas cuatro compañías de cara a defender ese liderazgo bursátil?
 R. El liderazgo bursátil no es importante, es solo un puesto honorífico. Lo importante es que cuenten con los recursos necesarios para seguir innovando, incluyendo el deseo de hacerlo frente a la alternativa de consolidarse y estancarse.

 En el caso de Google, su punto fuerte es tener un liderazgo que de verdad valora la innovación y la sitúa como prioridad absoluta, como parte de lo que realmente los creadores de la empresa quieren hacer, como una visión que excede con mucho a la propia compañía y se adentra en proyectos que otras compañías considerarían propios de lunáticos, que tras ser aterrizados, son susceptibles de aportar un enorme valor en todos los sentidos. Lo preocupante sigue siendo su dependencia de un modelo, la publicidad, repleto de interrogantes, que muchos usuarios desprecian o consideran un engorro del que hay que librarse como sea. Mientras la publicidad no eche sistemáticamente fuera a los que abusan de ella, seguirá teniendo un problema de sostenibilidad. Apple es una compañía interesantísima, cuyo modelo de negocio consiste en dar a sus fieles cada vez más motivos para acercarse a una de sus tiendas y adquirir sus productos, sea para reemplazar a una versión anterior o para probar algo nuevo. El usuario de un ordenador de Apple busca motivos y justificaciones para adquirir sus smartphones o sus smartwatches, y las buscará para adquirir cualquier otro producto o servicio que la compañía ponga en el mercado, lo que convierte a la compañía en una auténtica maestra de la cuota de cliente. La dependencia del iPhone no es especialmente preocupante: cualquiera capaz de mantener una posición de liderazgo tecnológico en la plataforma del momento, está en una buena situación, y lo cierto es que el iPhone sigue entregando a sus usuarios una experiencia más consistente y de mejor calidad que la que sus competidores consiguen obtener. Pero la compañía tiene una fuerte dependencia de su pipeline de productos, y de la obtención de categorías nuevas que reinventar.

 Microsoft es una compañía que ha vuelto de entre los muertos, no porque estuviese muerta como tal económicamente, pero sí que parecía abocada a una constante y preocupante tendencia a la irrelevancia. Bajo la dirección de Steve Ballmer, probablemente uno de los peores directivos de la historia, Microsoft se perdió todas y cada una de las revoluciones importantes, dejó de ser capaz de atraer y retener talento, y perdió muchísimo valor. El protagonista del cambio que la vuelve a poner en el grupo de cabeza no es otro que Satya Nadella, una persona brillante capaz de entender que lo único que podía hacer Microsoft era abrirse en todos los sentidos, aplicar su potencia de innovación y de llegada al mercado para enfrentarse a tendencias como el open-source, las comunidades de desarrollo, la realidad virtual o la nube, por citar algunas.

 Microsoft está de nuevo en ascenso, y eso es bueno para todos. Facebook es una compañía que se sabe en un negocio tremendamente inestable, y que por ello trata de estudiar cuidadosamente el ecosistema y de adquirir cualquier cosa que le plantee disrupción. A su favor, el estar sentada sobre una red en la que 1.600 millones de usuarios nos dedicamos a desarrollar tendencias que la compañía puede estudiar, y la capacidad de adquirir compañías e integrarlas fantásticamente bien en una cultura muy abierta, en la que no suelen perder talento y en la que las compañías operan con notable libertad e independencia. En su contra, la dificultad para hacer entender a muchos usuarios su modelo de negocio y su relación con una privacidad que muchos defienden como un valor fundamental.

 P. ¿Crees que la dependencia de Apple al iPhone tiene salida? ¿Crees que es comparable a la dependencia que tienen Google y Facebook con el negocio publicitario? ¿Se está exagerando la crisis de Apple?
 R. Yo simplemente no veo una crisis en Apple. Veo oscilaciones completamente naturales en un valor que depende intensamente del ritmo con el que es capaz de poner en el mercado nuevos productos, y situaciones de descenso de ventas coyunturales que ya hemos visto anteriormente y de las que la compañía se recuperó perfectamente con la siguiente versión.

La exposición al mercado chino y a su crisis no la ha dañado significativamente, y mantiene una posición hegemónica en la percepción de innovación, aunque realmente se dedique a reinventar y rediseñar, y no tanto a inventar como tal.
Quien quiera ver crisis en Apple, se encontrará con una respuesta muy clara: ojalá todas las crisis fuesen como esa. Ya les gustaría a muchas empresas que sus crisis fuesen como la de Apple.

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